Aferrados a este jardín terrenal
absurdos
obligamos a los ojos a ser miopía
y les compramos cristales de espejismo
para ahuyentarnos la soledad sin cómplices
las lágrimas recobran su sentido amordazando pañuelos
cuando las palabras no quieren y disueltas en saliva
como un garabato inconcluso se estiran en un trago áspero
desde su sed de amparo
hasta la intemperie de un fondo de botella
a paso muslado por el ritual de cenizas de cada muerte
cosemos los retazos de nuestras telas.
Hace 15 años
1 comentario:
no pude hacer lo que hablamos
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